Y en ese contexto no cabe duda de que fue un gran comienzo la visita a la Behobia-San Sebastián de Kathrine Switzer, referente mundial de la lucha por la igualdad de género en el deporte y primera mujer en correr con dorsal un maratón, el de Boston en 1967.
Switzer llegó a San Sebastián invitada por la Universidad de Deusto, con la colaboración del C.D. Fortuna y el apoyo de la Diputación Foral de Gipuzkoa. No pudo correr la Behobia por una reciente lesión, pero dejó una huella imborrable.
Su paso el sábado por la Feria de la Carrera fue multitudinario. Hubo momentos en que apenas podía dar dos pasos seguidos, rodeada de hombres y mujeres –sobre todo mujeres- que la reconocían y querían hacerse fotos con ella y conseguir su autógrafo. En la mañana del domingo estuvo en la salida, donde se le hizo entrega de su mítico dorsal 261 (el que usó en Boston), minutos antes de comenzar la prueba a pie. Más tarde, en el Boulevard, cuando llegó corriendo desde la calle Legazpi justo antes de la llegada del campeón Jaume Leiva, fue objeto de un caluroso aplauso por parte del público en la recta de meta. Fue también la encargada de entregar varios de los premios en el podio, con una especial efusión hacia Aroa Merino. En los días que permaneció entre nosotros demostró una enorme proximidad, una gran profesionalidad y entrega en su labor y una sincera empatía con todos quienes tuvimos la suerte de compartir con ella unas cuantas jornadas.
Prácticamente todos los medios la entrevistaron a lo largo de los tres días siguientes a la Behobia y el colofón lo puso una conferencia en el campus donostiarra de la Universidad de Deusto, con la gran sala Loiola Centrum a rebosar, con la asistencia del Diputado General y una presencia muy importante de jóvenes, que la siguieron con atención y al final le formularon no pocas preguntas. Kathrine Switzer es, sin duda, un modelo a seguir y su promesa de volver a correr la Behobia en 2015, con 78 años, no pasó desapercibida para nadie. Ojalá que así sea.