2021 no está siendo un año fácil para Arantza. Después de un año de pandemia, un mes después de su cambio de trabajo, el 5 de marzo le dieron un diagnóstico que nadie quiere recibir: un cáncer de mama. Un difícil revés que está enfrentando con entereza y el coraje que la caracteriza.
Arantza Rojo es parte de la familia del Club Deportivo Fortuna desde 2002, donde ha sido responsable de Comunicación y Recursos Humanos. Aunque recientemente ha cambiado de recorrido, sigue colaborando con la que ha sido su casa en las dos últimas décadas. Comprometida con la igualdad de género, lidera el proyecto BSS 50/50/25 que busca fomentar la participación de la mujer en el deporte.
Gracias a esta iniciativa conoció a un referente en esta área: Kathrine Switzer. La estadounidense fue la primera mujer en correr una maratón con dorsal en 1967 en Boston y es una importante activista por los derechos de la mujer.
Esta lucha común forja un vínculo entre dos mujeres valientes y luchadoras que se ofrecen apoyo también en otras batallas personales.
Switzer ha querido escribir este artículo y lo comparte con todas/os nosotras/os. En él habla de mujeres en situaciones difíciles, del valor para superarlas y de cómo la práctica deportiva puede ayudar en esa tarea.
Querida Aran:
De una deportista a otra y de una mujer a otra, me gustaría hablar sobre el Valor.
Hoy me he despertado con dos noticias sorprendentes. Una, - terrible- es la noticia sobre cuál es la situación de las mujeres en Afganistán en estos momentos. La otra sin embargo es una muy buena noticia, el 21 de septiembre ha sido tu última sesión de quimioterapia contra el cáncer de mama.
No he podido evitar ver la similitud en estos dos acontecimientos: si bien la situación en Afganistán es mala para todos, para las mujeres es especialmente devastadora. Y, si bien el cáncer es malo para todos, el cáncer de mama para las mujeres es especialmente devastador.
Me gustaría hablar contigo, Aran -una mujer fuerte, luchadora, decidida y deportista- sobre el valor y al mismo tiempo, dirigirme también a una amiga afgana que comparte tus mismas cualidades.
Ambas habéis compartido un viaje que comenzó con esperanza: haciendo deporte, entrenando, sintiendo el apoyo y reconocimiento de una pequeña comunidad de atletas de mentalidad y objetivos similares. Sintiendo también la libertad y los logros que recorrer kilómetros por ciudades o senderos de montaña pueden proporcionar.
Ambas tenéis cuerpos fuertes y poderosos que están más allá de la belleza: No son bonitos en lo convencional, sino que son magníficos por lo que pueden HACER. Las dos habéis entrenado y trabajado en ellos y ellos, os han recompensado con algunos de los días más felices y saludables de vuestra vida. Pero hay una cosa que es aún más importante, habéis utilizado este poderoso sentimiento y ese conocimiento para ayudar e inspirar a otras mujeres, y de esa manera, habéis ayudado también a cambiar muchas actitudes y mitos.
Y entonces sobrevino la catástrofe para ambas. A ti Aran, te diagnosticaron repentinamente cáncer de mama. Te esperaba un tratamiento largo y doloroso, y tal vez la muerte. En el caso de nuestra hermana afgana, se reactivó una guerra civil que supone persecución, aislamiento, incertidumbre y tal vez, también, muerte. Esas circunstancias os pusieron a ambas en la línea de salida de los maratones más difíciles de vuestras vidas.
Aran, tú vas por delante en este maratón. Ya has pasado por la cirugía y las 22 largas semanas de quimioterapia. Estás en la marca metafórica de 21 km y aunque hasta ahora esta carrera ha sido muy difícil, lo has hecho bien y se te ve fuerte a medida que avanzas hacia los siguientes 10 km: las 15 sesiones del tratamiento de radiación.
Por eso me gustaría preguntarte una cosa, ¿Puedes contarme como conseguiste reunir y mantener el coraje para mantenerte en esta carrera?
Al principio fue una acumulación de todo. Miedo, enfado, ansiedad y aún más cosas. Miedo sobre todo hasta saber lo lejos que podría haber llegado la enfermedad. Más tarde las pruebas, la operación, decírselo a las personas más cercanas: Familia -hijos, padres, hermanos-, algunos amigos, -sólo los muy cercanos- y también comunicarlo en mi lugar de trabajo.
Luego las etapas se han ido sucediendo. Primero, tenía que recuperarme de la operación y seguido vinieron la pequeña intervención para colocarme una vía permanente -PICC- y las primeras sesiones de quimioterapia, - las más duras- con sus efectos: malestar, pérdida de cabello, de energía, de ganas. Ha habido también muchos momentos de duda y preguntarme si podría volver a ser la misma persona de nuevo: activa, alegre, positiva... feliz. Dudas también sobre la efectividad del tratamiento y muchos cambios en los estados de ánimo.
¿Qué hacías cuando estabas a punto de rendirte?
Los cambios físicos son importantes, la incapacidad de mantener la actividad física habitual hace que se ganen kilos y se pierda musculatura y aunque esto no es lo más importante, sí importa. Es importante comer bien y hacer ejercicio, pero a veces la motivación falla. Permanecer psicológicamente fuerte en este proceso, no siempre es fácil y menos aún, hacerlo sola, pero tengo la suerte de tener mucha ayuda. He contado con la ayuda de personas que han cocinado lo que me gusta y me sentaba bien. Amig@s, que me han acompañado en largos paseos, que han hecho planes que me incluían, que me han prestado libros o simplemente que han estado allí - en persona o al teléfono - cada vez que les he necesitado.
Nuestra hermana afgana tan sólo está en la línea de salida, pero esta es una carrera que ha corrido con anterioridad, de hecho, está en su ADN. Muchas generaciones le han demostrado que, para las mujeres en Afganistán, cada dos pasos hacia adelante van seguidos de 1,99 pasos hacia atrás. Ella sabe eso, pero también encontrará la fuerza para superarlo porque conoce lo que es ese poderoso sentido de libertad y tiene la fuerza que le ha proporcionado el practicar deporte, ser atleta.
Aran, ¿qué puedes contarle a ella sobre el valor? ¿De dónde lo sacabas tú cuando lo único que querías era hacerte un ovillo y llorar?
Aunque es difícil lo que me ha pasado, saber que estoy en las mejores manos posibles ayuda muchísimo. Además, el lugar en el que vivo (País Vasco - Europa) con estabilidad política, social y económica, no es comparable al lugar en el que viven esas mujeres, Afganistán.
Ahora mismo, en el último tramo de quimioterapia, me siento positiva y aunque el miedo siempre está ahí, tengo planes para hacer cosas: Un pequeño viaje, volver a practicar deporte -aunque el tratamiento ha afectado a los músculos del corazón y esos efectos aún tardarán algún tiempo en revertir- o sumergirme y nadar en el mar tan pronto como me retiren el “picc”.
Aran, el público estará animándote mientras llegas a la marca de 30 km. —que será cuando termines también el tratamiento de radioterapia. Pero como en cada maratón, la parte más dura son los últimos 10 km, lo que para ti será vivir el resto de tu vida con el conocimiento de que el cáncer hizo su aparición una vez y por ello los pensamientos oscuros siempre estarán ahí ¿Qué clase de valor crees que necesitarás para desterrar a este monstruo de tu corazón y tu mente?
La radioterapia terminará a mediados de noviembre y durante un año aun tendré que recibir anticuerpos vía intravenosa cada 21 días. El tratamiento con pastillas durará 10 años. Habrá revisiones y pruebas periódicamente, pero la motivación para volver a estar bien es muy alta. La motivación para ser fuerte de nuevo, ser capaz, ser feliz, ser… yo. La motivación para dejar que otras cosas ocupen mi mente porque, cuando esto comienza, la enfermedad es en lo último que piensas cuando vas a la cama y la primera cosa que viene a tu mente cuando despiertas. Yo quiero superar todo esto porque mantenerse viva es importante, pero vivir, disfrutar de estar viva, lo es aún más.
En cuanto a nuestra amiga afgana, si su libertad para correr, obtener una educación y vivir su propia vida le han sido arrebatados, ¿qué clase de consejo podemos darle para desterrar al oscuro monstruo del miedo?
En la vida es difícil saber lo que te espera. De un día para otro las cosas cambian y hay cambios difíciles de aceptar. Algunos son definitivos, otros no. Sin embargo, creo que es importante preservar los hábitos que nos proporcionan alegría y bienestar incluso si las condiciones no son las mejores.
Si ella no puede -siquiera- hacer esto, quizá pensar una y otra vez sobre el sentimiento de libertad que le ha proporcionado el deporte y pensar en poder volver a practicarlo le ayude a mantener viva la esperanza.
Pero incluso en una situación tan difícil como la que ella vive ahora, espero que pueda encontrar una manera de mantener ese hábito porque, a mí la actividad física siempre me ha ayudado a sentirme mejor, a ser más positiva y a tener esperanza en que las cosas van a mejorar.
¡Esas son preguntas que también querría hacer al resto de las personas que han leído esto, Gracias Aran!
Kathrine Switzer.